GARCIA LORCA






En 1931, en medio de las grandes conmociones sociales y políticas que dieron nacimiento a la República Española, fundó y dirigió el teatro universitario 'La Barraca'. Allí presentó sus adaptaciones modernas de 'Fuenteovejuna' y 'La dama boba', de Lope de Vega, así como de otras obras de Calderón y Tirso de Molina, todas ellas con éxito resonante por su belleza, llena de pasión andaluza.

Durante los años de 1933 y 1934 viajó por Argentina y Uruguay, dictando conferencias y estableciendo contactos literarios con los intelectuales del Cono Sur.

Federico García Lorca amó a la República y escribió algunos poemas, llenos de gracia y afilada ironía, contra las fuerzas reaccionarias de su país. Al estallar la guerra civil, con el alzamiento de los cuatro generales en julio de 1936, Granada fue una de las primeras ciudades en caer en manos de las fuerzas insurrectas. Atrapado por los franquistas, a pesar de la protección que le brindaban amigos pertenecientes a ese bando, fue transportado en un camión, junto con otros prisioneros, y asesinado en las afueras de Granada. Lo odiaban, decían ellos, 'por homosexual'. Pero sobre todo lo odiaban porque amaba la vida.

Lo odiaban porque había tomado partido por la causa del pueblo. Y todavía lo odian por eso. Ahora, al cumplirse los 100 años de su nacimiento, las ceremonias de recordación en todo el mundo también se han visto ensombrecidas por manifestaciones de odio, infames y mezquinas. Es la España Negra, la del inquisidor Torquemada y la del falangismo que grita '¡Viva la muerte!', que siempre vela y nunca duerme, que siempre busca la ocasión para escupir en el rostro a la otra España, la del trabajo y el sudor, la de la vida, la de la música alegre, la pasión ruda y el ingenio sutil.
La obra de García Lorca es difinitivamente popular. Probablemente no hay ningún poeta español más popular que él. Los habrá más grandes, porque la poesía española tiene legiones de gigantes. Pero no hay ninguno tan cerca del corazón del pueblo como él, y por eso, es en su poesía y solamente en ella que el Niño Jesús baja a la orilla del río a jugar con los gitanos, que los niños salen por la noche a conversar con la luna, y que en la noche oscura de los pobres, allá muy lejos del río, hay horizontes de perros que dan sentido, calor y belleza a la existencia de los que nada tienen.

ROMANCE SONÁMBULO

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
***
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
***
 Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando
desde los puertos de Cabra.

 Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

 Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?

 Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

 Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme,
hasta las verdes barandas,
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
***
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.
***
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.

 ¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?

 ¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.

La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles, borrachos
en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
Y el caballo en la montaña.






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