En la religión de la antigua Grecia, los dioses olímpicos son los principales dioses del panteón griego, que moraban en el monte Olimpo (el más alto de Grecia). A ellos les fueron consagrados tanto templos, como festividades cívicas, actividades artísticas y deportivas, siendo considerados los más importantes dentro del amplio conjunto de las deidades de la mitología griega. En sus orígenes, los primeros cultos se remontan aproximadamente hace 5000-6000 años, hacia el 3500 a. C.123 El culto a las deidades de la Antigua Grecia permanece vigente en el Helenismo.
El concepto de "doce dioses" es más antiguo que cualquiera de las primeras fuentes griegas. La palabra "Dios" (gr. ΔΥΟΣ) ya era atribuida en aquel entonces a Zeus, mientras que "Theo" (gr. θεο) se refería a los restantes.4 Hubo, en diferentes épocas, catorce dioses diferentes reconocidos como olímpicos, aunque nunca más de doce a la vez. De este concepto es como se hace referencia a ellos como los doce olímpicos, también conocidos como Dodekatheon (en griego, Δωδεκάθεον< δώδεκα,5 dōdeka, "doce" + θεοί, theoi, "dioses").Tal y como se documenta en las fuentes, los escritos de Homero y la Teogonía de Hesíodo (siglo VII-VIII a. C.), los doce olímpicos ganaron su supremacía en la Tierra después de que Zeus, junto a sus hermanos Poseidón y Hades, y sus hijos (que completan el resto del panteón), lograran la victoria en la guerra contra los Titanes.
Como ocurre con otros aspectos y elementos de la mitología, el número e identidad de los dioses que habitaban el Monte Olimpo (el llamado «Concilio de los dioses») es impreciso de acuerdo con la tradición. Su número era doce, siendo este un muy probable listado original:6La primera referencia antigua de sus ceremonias religiosas se encuentra en el Himno homérico a Hermes. El culto griego de los doce olímpicos se remonta al siglo VI a. C. en Atenas y probablemente no tiene precedentes en la época micénica. El altar de los doce olímpicos en Atenas se fecha generalmente en el arcontado de Pisístrato el joven, en 522/521 a. C.
martes, 27 de noviembre de 2018
martes, 20 de noviembre de 2018
DECLARACIÓN CONTRA LA VIOLENCIA DE LA MUJER
Violencia contra la mujer es la que se ejerce por su condición de mujer. Siendo ésta «consecuencia de la discriminación que sufre tanto en leyes como en la práctica, y la persistencia de desigualdades por razones de género».
En esta violencia se presentan numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física, sexual, verbal o psicológica y el asesinato, manifestándose en diversos ámbitos de la vida social , laboral y política, entre los que se encuentran la propia familia, la escuela, las religiones, el Estado, entre otras.
En 1993, en asamblea general, las Naciones Unidas (ONU) aprobaron la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, y en 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, declararon el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En 2008 el Secretario General de la ONU puso en marcha la campaña «UNidos para poner fin a la violencia contra las mujeres» apelando al «imperio de la ley» como vehículo para su erradicación. Uno de sus objetivos fue el de procurar que para 2015 todos los países hubiesen adoptado leyes específicas contra este tipo de violencia de conformidad con las normas internacionales en materia de derechos humanos.Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual, psicológico o económico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada»,45 reconociéndolo como una pandemia que afecta al 55 % de la población mundial, habiendo sido hasta un 70 % de las mujeres víctimas de esa violencia en algún momento de su vida.6 La violencia contra las mujeres afecta a familias y comunidades de todas las generaciones y refuerza otros tipos de violencia prevalecientes en la sociedad:
En 2014, según los datos disponibles por la ONU: (Página web actualizada a 2016)
Un 38 % de los asesinatos de mujeres perpetrados en el mundo son cometidos por su pareja, siendo el ámbito familiar y de pareja donde se produce el mayor número de casos de violencia contra la mujer, ya sea esta física, sexual o psicológica. El 50 % de los asesinatos de mujeres en el mundo son cometidos por un familiar o compañero sentimental y el 35 % de las mujeres habrían sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja.
Unos 120 millones de niñas de todo el mundo, más de una de cada 10, han sufrido en algún momento coito forzado u otro tipo de relaciones sexuales forzadas.
La trata de personas se convierte en una trampa para mujeres y niñas que son en un 98 % el objeto de la explotación sexual (4,5 millones de personas en el mundo).
Más de 133 millones de niñas y mujeres han sufrido algún tipo de mutilación genital.
Ser niña sería uno de los factores de riesgo, junto a con pertenecer a una clase desfavorecida o a una minoría. 700 millones de mujeres que viven actualmente en el mundo fueron casadas con menos de 15 años, siendo estas más vulnerables a la violencia ejercida por el esposo.
En los conflictos armados la violación sistemática se convierte en un arma de guerra (entre 250 000 y 500 000 mujeres fueron violadas durante el genocidio de 1994 en Ruanda y se calcula que entre 20 000 y 50 000 durante el conflicto de Bosnia a principios de la década de 1990).
Y el femicidio queda patente por cifras comparativas: en el mundo son asesinadas dos mujeres por cada hombre asesinado.y el porcentaje de mujeres es del 65% de víctimas aproximadas por la violencia intrafamiliar
Esta violencia contra las mujeres y niñas ejercida por razón de su sexo encontraría su raíz en las históricas relaciones de poder entre hombre y mujer, en el modelo social patriarcal que ha propiciado relaciones de dominio de este sobre ella, la desigualdad entre sexos y la discriminación.
Habrían sido los movimientos feministas los que desde finales del siglo XIX y principalmente durante el pasado siglo, el siglo XX, diesen visibilidad a la condición de la mujer, logrando mediado el siglo XX que la violencia contra las mujeres pasase de considerarse un asunto privado a un problema social y público. Desde entonces la percepción pública se ha ido concienciando de las auténticas dimensiones del problema, y organismos internacionales y nacionales van sumándose y trabajan activamente por erradicarlo, promulgando leyes y promoviendo campañas de concientización. Al día de hoy no se puede dudar que la violencia contra la mujer es un problema global que afecta a los derechos humanos más básicos de más de la mitad de la población mundial y que hay que erradicar.
Habiéndose reconocido que la violencia contra la mujer tiene sus causas en la discriminación y la desigualdad, combatir esa discriminación y desigualdad, significa al tiempo atajar esa violencia.
En febrero de 2008 el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon lanzó la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres, proclamando el 25 de cada mes Día Naranja. Entre otras actividades, en ese día se invita a llevar alguna prenda de ese color para resaltar el llamado a erradicar la violencia contra la mujer
En esta violencia se presentan numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física, sexual, verbal o psicológica y el asesinato, manifestándose en diversos ámbitos de la vida social , laboral y política, entre los que se encuentran la propia familia, la escuela, las religiones, el Estado, entre otras.
En 1993, en asamblea general, las Naciones Unidas (ONU) aprobaron la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, y en 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, declararon el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En 2008 el Secretario General de la ONU puso en marcha la campaña «UNidos para poner fin a la violencia contra las mujeres» apelando al «imperio de la ley» como vehículo para su erradicación. Uno de sus objetivos fue el de procurar que para 2015 todos los países hubiesen adoptado leyes específicas contra este tipo de violencia de conformidad con las normas internacionales en materia de derechos humanos.Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual, psicológico o económico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada»,45 reconociéndolo como una pandemia que afecta al 55 % de la población mundial, habiendo sido hasta un 70 % de las mujeres víctimas de esa violencia en algún momento de su vida.6 La violencia contra las mujeres afecta a familias y comunidades de todas las generaciones y refuerza otros tipos de violencia prevalecientes en la sociedad:
En 2014, según los datos disponibles por la ONU: (Página web actualizada a 2016)
Un 38 % de los asesinatos de mujeres perpetrados en el mundo son cometidos por su pareja, siendo el ámbito familiar y de pareja donde se produce el mayor número de casos de violencia contra la mujer, ya sea esta física, sexual o psicológica. El 50 % de los asesinatos de mujeres en el mundo son cometidos por un familiar o compañero sentimental y el 35 % de las mujeres habrían sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja.
Unos 120 millones de niñas de todo el mundo, más de una de cada 10, han sufrido en algún momento coito forzado u otro tipo de relaciones sexuales forzadas.
La trata de personas se convierte en una trampa para mujeres y niñas que son en un 98 % el objeto de la explotación sexual (4,5 millones de personas en el mundo).
Más de 133 millones de niñas y mujeres han sufrido algún tipo de mutilación genital.
Ser niña sería uno de los factores de riesgo, junto a con pertenecer a una clase desfavorecida o a una minoría. 700 millones de mujeres que viven actualmente en el mundo fueron casadas con menos de 15 años, siendo estas más vulnerables a la violencia ejercida por el esposo.
En los conflictos armados la violación sistemática se convierte en un arma de guerra (entre 250 000 y 500 000 mujeres fueron violadas durante el genocidio de 1994 en Ruanda y se calcula que entre 20 000 y 50 000 durante el conflicto de Bosnia a principios de la década de 1990).
Y el femicidio queda patente por cifras comparativas: en el mundo son asesinadas dos mujeres por cada hombre asesinado.y el porcentaje de mujeres es del 65% de víctimas aproximadas por la violencia intrafamiliar
Esta violencia contra las mujeres y niñas ejercida por razón de su sexo encontraría su raíz en las históricas relaciones de poder entre hombre y mujer, en el modelo social patriarcal que ha propiciado relaciones de dominio de este sobre ella, la desigualdad entre sexos y la discriminación.
Habrían sido los movimientos feministas los que desde finales del siglo XIX y principalmente durante el pasado siglo, el siglo XX, diesen visibilidad a la condición de la mujer, logrando mediado el siglo XX que la violencia contra las mujeres pasase de considerarse un asunto privado a un problema social y público. Desde entonces la percepción pública se ha ido concienciando de las auténticas dimensiones del problema, y organismos internacionales y nacionales van sumándose y trabajan activamente por erradicarlo, promulgando leyes y promoviendo campañas de concientización. Al día de hoy no se puede dudar que la violencia contra la mujer es un problema global que afecta a los derechos humanos más básicos de más de la mitad de la población mundial y que hay que erradicar.
Habiéndose reconocido que la violencia contra la mujer tiene sus causas en la discriminación y la desigualdad, combatir esa discriminación y desigualdad, significa al tiempo atajar esa violencia.
En febrero de 2008 el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon lanzó la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres, proclamando el 25 de cada mes Día Naranja. Entre otras actividades, en ese día se invita a llevar alguna prenda de ese color para resaltar el llamado a erradicar la violencia contra la mujer
martes, 6 de noviembre de 2018
EDAD DE ORO DE LA CULTURA JUDÍA EN ESPAÑA
La naturaleza de la Edad de Oro
El tratamiento que se otorgó a los no musulmanes durante el Califato de Córdoba ha sido objeto de debate, especialmente entre aquellos interesados en desmentir el hecho de que existiese una época de coexistencia pacífica entre musulmanes y no musulmanes en el mundo moderno. Se ha argumentado que los judíos (y otras minorías religiosas) vivieron una época de tolerancia, respeto y armonía bajo el gobierno musulmán que no tuvo lugar en el resto de la Europa occidental cristiana, lo que daría lugar a esta "Edad de Oro". A pesar de que al-Ándalus tuvo una importancia clave para la sociedad judía durante la Alta Edad Media, generando importantes figuras y una de las comunidades judías más ricas y estables, no existe acuerdo entre los académicos acerca de si esta convivencia entre judíos y musulmanes era realmente un parangón de convivencia interreligiosa, o si, en el fondo, el tratamiento que recibieron fue similar al que les fue dado en otros lugares durante la misma época.
Nacimiento de la Edad de Oro
En el año 589, los Visigodos cristianos de Hispania llevaron a cabo una persecución muy severa contra los judíos; consecuentemente, en el siglo VIII, los judíos recibieron con los brazos abiertos a los conquistadores árabo-musulmanes, y, sobre todo, a los bereberes. Las ciudades conquistadas, como Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla, y Toledo fueron brevemente sometidas y puestas bajo el control de sus habitantes judíos, quienes habían sido armados por los invasores moros. Tras la victoria, los invasores retiraron todas las restricciones visigodas y garantizaron la libertad religiosa, bajo la condición del pago de una capitación de un dinar de oro.
Se abre así un periodo de tolerancia para los judíos, cuyo número va a incrementarse considerablemente debido a la inmigración procedente de África. Especialmente después del año 912, durante el reinado de Abd-al-Rahman III y su hijo, Al-Hakam II, los judíos prosperaron, dedicándose al servicio del Califato de Córdoba, al estudio de las ciencias, y al comercio y a la industria, contribuyendo a la prosperidad del país. La expansión económica de los judíos no tuvo parangón. En Toledo, participaron en la traducción de textos árabes a las lenguas romances, así como del griego y el hebreo al árabe. Los judíos contribuyeron a la botánica, la geografía, la medicina, las matemáticas, la poesía y la filosofía.9
El ministro y físico de la Corte de Abd al-Rahman III fue Hasdai ben Isaac ibn Shaprut, el patrón de Menahem ben Saruq, Dunash ben Labrat, y otros eruditos y poetas judíos. El pensamiento judío florece con figuras como Samuel Ha-Nagid, Moses ibn Ezra, Solomon ibn Gabirol, Judah Halevi y Moses Maimónides.9 Durante el reinado de Abderramán III, el erudito Moses ben Enoch fue nombrado rabí de Córdoba, y, como consecuencia, al-Ándalus se convirtió en el centro del estudio del Talmud, y Córdoba en el punto de encuentro de los sabios judíos.
Durante un tiempo, los judíos disfrutaron de una autonomía parcial como dhimmíes, sometidos al pago de un impuesto personal llamado yizia, que se administraba por separado del zakat que pagaban los musulmanes. La yizia ha sido considerada un pago por no prestar el servicio militar, como un tributo, etc. Los judíos tenían su propio sistema legal y sus servicios sociales. Las religiones monoteístas agrupadas bajo el nombre de Gente del libro, eran toleradas pero se evitaban todo tipo de manifestaciones multitudinarias o que pudiesen llamar la atención, como las procesiones de fe o las campanas.10
Fin de la Edad de Oro
El tratamiento que se otorgó a los no musulmanes durante el Califato de Córdoba ha sido objeto de debate, especialmente entre aquellos interesados en desmentir el hecho de que existiese una época de coexistencia pacífica entre musulmanes y no musulmanes en el mundo moderno. Se ha argumentado que los judíos (y otras minorías religiosas) vivieron una época de tolerancia, respeto y armonía bajo el gobierno musulmán que no tuvo lugar en el resto de la Europa occidental cristiana, lo que daría lugar a esta "Edad de Oro". A pesar de que al-Ándalus tuvo una importancia clave para la sociedad judía durante la Alta Edad Media, generando importantes figuras y una de las comunidades judías más ricas y estables, no existe acuerdo entre los académicos acerca de si esta convivencia entre judíos y musulmanes era realmente un parangón de convivencia interreligiosa, o si, en el fondo, el tratamiento que recibieron fue similar al que les fue dado en otros lugares durante la misma época.
Nacimiento de la Edad de Oro
En el año 589, los Visigodos cristianos de Hispania llevaron a cabo una persecución muy severa contra los judíos; consecuentemente, en el siglo VIII, los judíos recibieron con los brazos abiertos a los conquistadores árabo-musulmanes, y, sobre todo, a los bereberes. Las ciudades conquistadas, como Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla, y Toledo fueron brevemente sometidas y puestas bajo el control de sus habitantes judíos, quienes habían sido armados por los invasores moros. Tras la victoria, los invasores retiraron todas las restricciones visigodas y garantizaron la libertad religiosa, bajo la condición del pago de una capitación de un dinar de oro.
Se abre así un periodo de tolerancia para los judíos, cuyo número va a incrementarse considerablemente debido a la inmigración procedente de África. Especialmente después del año 912, durante el reinado de Abd-al-Rahman III y su hijo, Al-Hakam II, los judíos prosperaron, dedicándose al servicio del Califato de Córdoba, al estudio de las ciencias, y al comercio y a la industria, contribuyendo a la prosperidad del país. La expansión económica de los judíos no tuvo parangón. En Toledo, participaron en la traducción de textos árabes a las lenguas romances, así como del griego y el hebreo al árabe. Los judíos contribuyeron a la botánica, la geografía, la medicina, las matemáticas, la poesía y la filosofía.9
El ministro y físico de la Corte de Abd al-Rahman III fue Hasdai ben Isaac ibn Shaprut, el patrón de Menahem ben Saruq, Dunash ben Labrat, y otros eruditos y poetas judíos. El pensamiento judío florece con figuras como Samuel Ha-Nagid, Moses ibn Ezra, Solomon ibn Gabirol, Judah Halevi y Moses Maimónides.9 Durante el reinado de Abderramán III, el erudito Moses ben Enoch fue nombrado rabí de Córdoba, y, como consecuencia, al-Ándalus se convirtió en el centro del estudio del Talmud, y Córdoba en el punto de encuentro de los sabios judíos.
Durante un tiempo, los judíos disfrutaron de una autonomía parcial como dhimmíes, sometidos al pago de un impuesto personal llamado yizia, que se administraba por separado del zakat que pagaban los musulmanes. La yizia ha sido considerada un pago por no prestar el servicio militar, como un tributo, etc. Los judíos tenían su propio sistema legal y sus servicios sociales. Las religiones monoteístas agrupadas bajo el nombre de Gente del libro, eran toleradas pero se evitaban todo tipo de manifestaciones multitudinarias o que pudiesen llamar la atención, como las procesiones de fe o las campanas.10
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